La inflamación puede suponer algo normal en nuestro cuerpo, como respuesta de nuestro sistema inmune a ciertos eventos como heridas. Pero también existe un proceso llamado inflamación crónica, de la que no nos damos cuenta y que es la base de otras enfermedades más graves como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
Lo que comemos afecta más allá que a nuestro peso. Hay alimentos que nos provocan irritación, nos causan hipersensibilidad o alergias y que afectan nuestro estado de salud.
Hay ingredientes responsables de la inflamación, que nos roban vitalidad, envejecen nuestras células y nos hacen sentir horrible.
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Es una respuesta autoinmune natural. Es síntoma de estrés dentro de nuestro cuerpo, en señal de que algo va mal.
Cuando un elemento externo, como una bacteria o virus, entra dentro de nuestro cuerpo, el cuerpo reacciona atacándolo con una inflamación.
Cuando nuestro cuerpo se encuentra con un elemento tóxico o dañino dentro de su sangre se produce una inflamación sistémica, afectando a los órganos y estructuras internas.
El mal de muchos en el siglo XXI, es una inflamación crónica, es decir, prolongada en el tiempo causada por una constante exposición a contaminación, al tabaco, a la falta de sueño, al estrés, a los malos hábitos alimentarios.
Sin inflamación no podríamos recuperarnos de muchas afecciones habituales y recurrentes.
Pero cuando persiste en el tiempo más allá de lo necesario y deja de responder al propósito reparador, se vuelve destructiva.
En estos casos hablamos de un proceso crónica, y mucho más complejo que acaba convirtiéndose en una disfunción en sí misma que facilita la aparición de algunas patologías complicadas.
De esta manera, la inflamación se clasifica en dos tipos principales:
Se ha demostrado que la cúrcuma tiene grandes propiedades antiinflamatorias, por eso la llaman el Ibuprofeno natural.
Estas semillas son una muy rica fuente de ácidos grasos omega-3 con efecto antiinflamatorio en nuestro cuerpo.
Contienen una gran cantidad de antioxidantes, entre ellos la clorofila, que nos ayudan a combatir la inflamación.
Las coles y el brócoli, son altamente antioxidantes y con propiedades depurativas.
El chucrut, el kimchi, el kefir de agua y el té kombucha nos ayudan a mejorar el estado de nuestra flora intestinal y de nuestras digestiones provocando un efecto depurativo y antiinflamatorio.
Frutos del bosque. Como los arándanos, moras, frambuesas son altamente antioxidantes y antiinflamatorios.
Con información de CuerpoMente