¿Cómo y qué comeremos en el futuro? Según recoge la Organización de las Naciones Unidas en los objetivos que establece su Agenda 2030, “es necesario llevar a cabo un cambio profundo en el sistema agroalimentario mundial; en el caso de que se pretenda alimentar a más de 820 millones de personas _que padecen hambre_ y a los 2.000 millones de personas más que vivirán en el mundo en 2050”.
Dicho de otra manera: Alcanzar el objetivo pasa por el aumento de la productividad agrícola; pero además, el de la producción alimentaria sostenible para ayudar a aliviar los riesgos del hambre.
Sin duda, el del medio natural será uno de factores principales que determinarán las características de la alimentación del futuro.
A este respecto, numerosos profesionales ponen el foco en la importancia de abordar cambios en el sector agrícola y ganadero; es decir, de esta manera se reduce la emisión de gases, así como en impulsar a través de medidas más ambiciosas la lucha contra el cambio climático.
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La sostenibilidad en la producción de alimentos puede reflejarse de múltiples maneras. Un ejemplo puede ser una cerveza elaborada con recortes del pan de molde, una mantequilla hecha con el agua de cocer los garbanzos o un snack confeccionado con las fibras sobrantes de la elaboración del aceite de girasol. También hay empresas que apuestan por los envases compostables.
La inteligencia artificial se empleará cada vez más para crear alimentos saludables. Gracias a ella, se precisarán muchas menos pruebas o análisis de laboratorio hasta dar con el producto buscado. “Un ejemplo claro es una mayonesa hecha con legumbres y vegetales en la que el fundador y director ejecutivo Amazon, Jeff Bezos, acaba de invertir 30 millones de dólares.
Y es que la tecnología también esta llamada a ser determinante, pues, en la actualidad, ya florecen múltiples proyectos de investigación que han introducido recursos tan notables como herramientas que dan soluciones innovadoras en sus comidas a pacientes con cáncer, ‘apps’ que permiten entender las etiquetas nutricionales, sistemas de control de dolencias como la diabetes en dispositivos móviles, productos impresos en 3D, dietas basadas en el ADN u otras iniciativas que incluyen la inteligencia artificial, el ‘food tech’ o el ‘big data’.
No debemos olvidar tampoco que el descanso insuficiente, sedentarismo, la inadecuada hidratación, el abuso de aparatos electrónicos y el exceso en el consumo de alcohol o tabaco son factores que evitan que podamos hacerlo bien y se prevé que no van a mejorar mucho en los próximos años”, explica la dietista-nutricionista Cynthia Morillas.
Mientras los científicos siguen investigando y piden cautela al interpretar sus hallazgos sobre la influencia de la genética en la nutrición, hay restaurantes que ya se han lanzado a la aventura de diseñar una alimentación basada en los genes de cada persona. En esos locales se realiza un análisis genético a los futuros clientes unas semanas antes de que acudan a ellos y con los resultados obtenidos se elabora un menú personalizado de acuerdo con sus características genéticas, que indicarían qué alimentos les sientan mejor o son más convenientes para su salud.